Sevilla tiene el color; Córdoba, los juegos

Sevilla tiene un color especial, dicen, pero lo que se calla la gente es que ese color es para elegir meeples y acudir con los deberes hecho al Festival de Córdoba, que se celebra unos pocos kilómetros más al noreste. Lo cierto es que la ciudad de la Mezquita se convierte durante un fin de semana al año no solo en la capital andaluza, sino en el epicentro lúdico de España, con un mega-evento en el que van a parar jugones de toda la geografía.

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La cita es muy especial. No tanto por su magnitud, que también, sino por el lugar en el que se celebra, un sitio privilegiado, el Palacio de la Merced de Córdoba. El lugar, un antiguo convento barroco que data del siglo XVIII, es a lo largo del año la sede de la Diputación Provincial, lo que realza aún más si cabe el contraste entre el entretenimiento de estas jornadas y el gris de la burocracia del resto del curso. Además, se aprovechan buena parte de las instalaciones, al menos las más accesibles, especialmente los tres patios. Dos de ellos porticados, en cuya explanada rebosan las mesas para echarse partidas a todo lo que se precie. Alrededor, en los soportales, infinidad de expositores de tiendas y editoriales de todo tipo. Una pequeña barra para refrescos (a años luz esto de la insuperables rosquillas de las Ludo Ergo Sum) y una gran ludoteca completan la zona abierta, un lujo para los sentidos en el que echar la jornada a poco que el tiempo acompañe (que eso en Córdoba no suele suponer un problema).

En otros espacios a cubierto se acondicionaron también un par de salones más en los que, amén de seguir ofreciendo sitio para jugar, se celebraron partidas de wargames, prototipos y se celebró ante numeroso público la gala en la que se eligió el ‘Juego del Año‘ que, por cierto, recayó en ‘Colt Express‘.

Mercadillo en uno de los stands. Puede que el puesto más concurrido de la Feria
Mercadillo en uno de los stands. Puede que el puesto más concurrido de la Feria

Pero más allá de la ‘geografía’ del festival, lo importante es a lo que vamos, que no es otra cosa que pasar un par de días inmersos de forma absoluta en un ambiente lúdico. Darle a cualquier cosa, jugar a todo, y más. Empaparse de nuevas mecánicas, asistir a las explicaciones de los mismos autores, probar todo lo que se pusiera a tiro… son unas horas intensas que provocan un dilema: ¿nos pasamos el finde mirando a un tablero o, por qué no, mirando la ciudad, que tiene mucho, mucho encanto? Yo admito que me saturé un poco así que puedo decir que esta visita a Córdoba tuvo de todo. Desde los patios del Festival hasta los de la Mezquita, que ya me valía no conocerla…

Aún pendientes de la asistencia, lo cierto es que más allá de las matemáticas, ha sido obvio que el éxito resultó notable. Especialmente el sábado era verdaderamente complicado pillar mesa y hasta bien entrada la noche la cosa no decayó. Tarifa plana. No me pareció muy acertado lo de ‘obligar’ en cierto modo a esperar a que finalizara la gala del ‘Juego del año‘ para abrir esa mañana. Para la gente que estaba como un clavo en la puerta a la hora prevista supuso un bajón tener que esperar por algo que, al fin y al cabo, podía darle igual.

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Pero para este pato la experiencia fue muy positiva. Probé muchos juegos nuevos o que, simplemente, quería probar. Conocí a autores, a los que planteabas dudas de esas del tipo «y si…» o de las recurridas «pues yo hubiera hecho…» que, al paciente interlocutor que parió el juego, no es más que una manera de mostrarle interés sincero por lo que había creado. Todos, ciertamente, tienen su mérito.

Me encantó, en este sentido, la charlita con Antonio Becerra ‘Lipschitzz’ porque de un simple saludo y un agradecimiento por ese pedazo de juego suyo que es ‘Time of Soccer‘, acabamos recordando el PC Fútbol y vaya usted a saber qué más. Un tipo majo que, como a muchos de los compañeros, se toma el diseño de juegos como una enriquecedora (y no por el dinero, precisamente) faceta más de este hobby que empieza lanzando un dado un día y acaba llevándote de aquí para allá por el mundo o incluso dando vida sobre la mesa a tus propias ideas. Pero este gestor de fútbol es sencillamente soberbio. Y lo que aún está por venir hasta le dará más vida. Como para no perderlo de vista, que para eso tenemos muy buenos ojeadores en el club…

Siempre he tenido ganas de wargame pero creo que llega un momento en la vida en el que, tristemente, no das para más y hacer frente a reglamentos tan complejos y a las peculiaridades e infinitos matices de los ejércitos históricos, es algo que me supera. Por eso tengo que conformarme con estar un escalón por debajo de estas aspiraciones. ‘Red Code‘ no engaña: no es un wargame, ni siquiera lo pretende. Simplemente le da una vuelta al tema y aporta mecánicas que casan perfectamente, con apenas unas cartas que hacen de mapa, unos cubitos de madera y unas pocas fichas. Lo demás es gestionar la flota a tu mando y devanarte los sesos buscando la manera de aniquilar al enemigo. O de que te aniquilen, que jugar contra su creador provoca que te apalicen, como no podía ser de otra manera.

wetMe tomé la revancha con ‘Wetland‘, de Pablo Bella, su mismo creador. Se trata de un juego abstracto con apariencia infantil y objetivo aparentemente tontuno: la rana de tu color debe comerse a la mosca de tu color. Así de simple. Manejas las dos fichas, que se mueven sobre unos nenúfares dibujados en unas losetas. El movimiento puede afectar a ambos bichos y/o a las propias losetas, que tienen distintos sentidos de giro. Eso, con varios jugadores en el tapete, convierten el desafío en algo estratégico -especialmente a dos jugadores- y que obliga a tener una cierta anticipación espacial.

Pero vuelvo a lo de los juegos de guerra para mencionar el ‘2GM Tactics‘. Sin la profundidad de los simuladores puros, este me llamó la atención a primera vista. Se trata de un proyecto de Draco Ideas, la misma casa del Onus, que salió adelante con gran suficiencia hace pocos meses en Verkami y que se presentaba en Córdoba para intentar dar otro salto más hacia el gran público. Es un juego en el que alemanes y americanos se enfrentan sobre un tablero modulable con losetas en busca de un objetivo, que puede ser destruirse o cosas más concretas que aparecen especificadas en el libro de misiones y de campañas.

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Cada jugador arranca el combate con un mazo de cartas personalizado en el que aparecen unidades de combate de todo tipo, así como equipamiento, aviones, transportes, etc. Cada naipe tiene un coste de despliegue para ser jugado en puntos de operaciones, que se van ganando al comienzo de cada turno. Posteriormente estas unidades se mueven, disparan, defienden, etc. La resolución de los ataques viene determinada por el alcance y la potencia de la unidad, que queda en manos de un dado.

Todo esto queda dicho de una forma muy resumida pero lo cierto es que es un juego que trasluce un intenso trabajo de documentación, de pruebas y más pruebas para equilibrarlo y ajustar las mecánicas y para introducir el máximo número de elementos y realismo posible sin saturar al lector de reglas. El resultado es un juego muy accesible y divertido, cuya facilidad para ponerse a jugar la primera partida resulta sorprendente. Y no, claro que no es un simulador al uso y que el tiempo de juego es igualmente asequible pero con todo lo que ofrece, con más expansiones de ejércitos en el horizonte y con un precio más que ajustado, sin duda fue uno de los juegos más solicitados durante el Festival. Y las ilustraciones, por cierto, magníficas también que, eso sí, marca un hecho diferencial con muchos juegos de esta temática. Ya hablaremos largo y tendido de este ‘2GM Tactics‘ en el futuro.

Otros dos juegos que me gustaron bastante fueron dos que están al caer en las tiendas. Uno, ‘El Portal de Molthar‘, y otro el ‘Dark Matter‘. Este último es un soplo de aire fresco en el que los jugadores deben buscar el máximo número de puntos colonizando planetas y desarrollando sus respectivas civilizaciones. Es un juego corto, no crean, que tiene la peculiaridad de que se juega con tres cartas en la mano por jugador. Sin embargo, el participante en turno puede elegir entre usar uno de los efectos de sus naipes o cualquiera de los que ofrezcan los reversos de las cartas de sus rivales. Si usa algo suyo le da la vuelta a la carta y ofrece esa misma cara al resto; si usa la de un rival, la gira y aparece otra nueva posibilidad para elegir en lo sucesivo. Es algo verdaderamente original y que fluye perfectamente.

En 'Dark Matter' jugamos con nuestra mano y con la de los rivales
En ‘Dark Matter’ jugamos con nuestra mano y con la de los rivales

El Portal de Molthar‘ es otra sorpresa. ¿Cómo explicarlo? Es un abstracto con números. Bien. Hasta aquí nada nuevo bajo el sol. La idea es usar las tres acciones de cada turno para robar cartas de la mesa -de cifras o de personajes-, ‘fichar’ a a duendes (desconozco si esta es la palabra correcta pero para hacerse una idea, vale) poniendo sobre la mesa una combinación determinada de números o descartar naipes. Es complicado resumirlo tanto pero lo más claro es que las sensaciones que deja son de un juego rápido (no más de una hora), muy divertido y que, generalmente, va a mantener la emoción respecto al ganador hasta el final. Hay que pelearse con el resto por las cartas que más nos convenga bajar, que además están siempre a la vista, y usar en conveniencia los poderes que dan estos ‘fichajes’. Otra cosa emocionante del juego era el precio, más que asequible. Se me escapó… aunque es más que probable que pronto sepamos más de él ya que la versión que circulaba por Córdoba era alemana. Aunque es totalmente independiente del idioma, ¿por qué no pensar que dentro de poco estará por aquí?

'El Portal de Molthar‘. Números y abstracción resueltas de forma muy divertida
‘El Portal de Molthar‘. Números y abstracción resueltas de forma muy divertida

Había que ser casi un prestidigitador para no confundir el juego anterior con el ‘Portal of Morth‘, si bien sobre la mesa ambos se sitúan en las antípodas. En este caso se trata de uno de esos juegos de «defiende la torre» que coloca a un par de héroes -para empezar- que deben evitar que los enemigos crucen el mapa. Lo diferente es que, en cada turno, aparecen nuevos rivales, representados por dados. Estos ‘nacen’ en unas bolsas con un color según la dificultad y se tiran posteriormente sobre una rueda, repartiéndose entre cada sección de la misma. A continuación otro dado marca la sección a partir de la cual se trasladan a los tableros y, desde ese momento, a partirse la cara con ellos. A medida que avanza la partida los dados-rivales van siendo debilitados hasta su destrucción mientras que los jugadores evolucionan a sus personajes para hacerlos más poderosos de cara a las fases finales del juego. Se puede encarar la aventura de manera competitiva, en solitario o cooperativa. Es una creación original a la que tal vez, y lo digo desde el conocimiento de una explicación y sin jugar una partida en serio, le falte algo para evitar el riesgo de acabar siendo un pelín repetitivo.

Menos aún me convenció el primero que probé, ‘Noches de sangre‘. Se trata de una aventura vampírica inspirada en el cómic ‘30 días de noche‘ en el que los jugadores deben sobrevivir a similar número de turnos. Para ello deben hacer acopio de material y fuerzas para encarar el desgaste de resistir atrincherado al ataque de distintos enemigos y fieros contrincantes. En la práctica, hay que coger cartas de la oferta común, visitar localizaciones y buscar el mejor combo para salir airoso de los combates. Me gustaron las ilustraciones pero la mecánica parece muy simple y me dio la impresión de que se quedaba incluso corto de cartas, especialmente las de localizaciones.

Ludi Gladiatori‘ cambia la temática: de seres de la noche pasamos a controlar un equipo de gladiadores, pero el factor sangriento es igualmente importante. Esta novedad, que apura los últimos días de financiación en Verkami (y ya con éxito), es un juego de cartas en el que el objetivo es obtener el máximo número posible de puntos de victoria. La victoria de los luchadores es la forma más obvia de ir consiguiéndolos pero en el juego adquiere igualmente importancia la necesidad de construir edificios que ‘comben’ entre ellos para obtener distintas ventajas. Quizá que los combates se resuelvan por medio de sacar una carta le da un cariz algo frío al juego pero la idea general, aun no siendo del todo original, es buena. Me vino a parecer como una mezcla de ‘Spartacus‘ y ‘Gloria a Roma‘ algo más ligera que ambos.

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'Pocket Invaders'
‘Pocket Invaders’

Ligero en apariencia se mostraba otro prototipo en puertas de ser editado llamado ‘Pocket Invaders‘. Todo lo que enfrente a dos jugadores y use fichas con distintas capacidades en un tablero cuadriculado podría considerarse un sucesor del ajedrez, aunque la apariencia de esta ‘versión’ sea bastante peculiar. Se inspira en el videojuego ‘Space Invaders‘ y usa naves con distintas capacidades de movimiento para intentar alcanzar la zona opuesta. La peculiaridad reside en que, cuando se captura una nave del rival, al ser estos dados, este se lanza y pasa a formar parte del ejército propio con unas características que bien podrían no ser las mismas que las de la nave capturada. Así, la profundidad del juego reside en saber anticiparse al rival y en adaptarse a lo nuevo que vaya llegando (si llega, claro).

Por último aunque no menos importante, eché partidas a un par de fillers. Primero, a ‘Mix it‘, en el que la meta es construir sobre la mesa el monstruo que nos ha tocado en suerte al comienzo de la partida y que mantenemos oculto en la mano. Como sea que todos los jugadores van intentando hacer lo propio, realmente obtener el triunfo se convierte en un tarea titánica y que beneficiará, principalmente, al que tenga más suerte. Pero para jugar con niños, es una opción más que valorable.

Virus‘ también me dejó muy buenos momentos. Ya me quedé con ganas de probarlo en las pasadas LES y ahora he podido comprobar que es un juego muy divertido y funciona perfectamente en un grupo dispuesto a pasar un rato entretenido sin muchas pretensiones. Gana el que mantiene sobre la mesa cuatro órganos sanos (a saber, corazón, cerebro, estómago y huesos) pero claro, los rivales entorpecerán la labor mandando cartas de virus u otras que permitan efectos especiales. Que es otra manera de decir «puteo máximo»; no era el plan de las jornadas quedarse sin amigos pero oye, hemos ido a jugar. Y, el año que viene, volvemos.

Porque Córdoba, su Festival, ofrece bastante. El entorno, las partidas, los descubrimientos… es toda una experiencia que hay que vivir alguna vez si te gustan los juegos de mesa, aunque sea un poco. Que eso ya es mucho.

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