¡Al agua, patos!

Dos patos nadan, el pato-perro vigila y el gran pato contempla
Dos patos nadan, el pato-perro vigila y el gran pato contempla

Resulta imperdonable que a estas alturas un blog de patos como este no se haya zambullido en alguna reseña en la que estas aves sean las protagonistas. Mas aún cuando algunos de esos animalitos de goma que ustedes pueden ver en la cabecera pertenecen al juego del que hablaremos esta vez, el ‘Duck, duck, go!‘, cuyo aspecto, sin duda, les llamará más la atención que por la experiencia lúdica que ofrece. Es muy simple y su apariencia infantil tampoco ayuda a regalar un divertimento muy apasionante a medio-largo plazo, al menos a los más jugones.

No es el mejor juego que se haya inventado, eso es obvio, pero es entretenido y original, aunque solo sea porque no abundan los juegos que simulen carreras de patitos de goma en la bañera. Eso es un pro. El contra es que puede hacerse pesado y monótono lo que, a decir verdad, es casi lo peor que se puede decir de un juego de mesa. No querría ser tan duro porque si bien es complicado echarse un par de partidas seguidas, al menos funciona bien para desengrasar entre juegos más sesudos y es innegable que ver a los patitos de goma sobre la mesa resulta divertido.

El objetivo es alcanzar todas las boyas
El objetivo es alcanzar todas las boyas

El objetivo es ser el primero en alcanzar una loseta de desagüe, tras haber recolectado el testigo de tres boyas distribuidas por un tablero modulable según la dificultad que se pretenda y el número de jugadores que participen. El movimiento se produce a través de un mazo de cartas en las que hay unas pautas fijadas, además de un número. Cada participante tiene en su mano tres y para cada turno debe escoger, en secreto, una. Posteriormente se revelan a la vez y se resuelven por el orden que dicta ese número. Eso permite que las trayectorias que uno tiene en mente al comienzo puedan no responder a lo planificado, que haya choques sobre el agua, que el pato se quede de espaldas y, en definitiva, que todo se complique.

Hay unos marcadores que otorgan alguna que otra ventaja pero, por contra, una versión avanzada de las normas introduce, por ejemplo, un pato-perro que viene a entorpecer las trayectorias de algunos patitos. Pero no hay más. Esto es lo que hay. Quien haya jugado al ‘RoboRally o al ‘Asteroyds‘ puede pensar que es muy parecido. En efecto, el mecanismo es similar aunque aún más simple. Como en aquel, ‘Duck, duck, go!‘ requiere de varios jugadores para disfrutarlo más porque una de las gracias del juego es la interacción entre los patos. Que, aunque vienen cuatro de serie, nada impide que el resto de los que están en la cesta se unan a la partida.

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Los flotadores teletransportan por el universo de la bañera

Como curiosidad, y hablando de patos, la empresa que comercializa el juego, Apegames, introduce en cada caja cuatro patitos de forma aleatoria de los 150 diferentes que hay, según indica en su web, con lo que hacer la colección es un buen motivo para adquirir el juego. Sin embargo, un repaso al catálogo me enseña algunos que he podido conseguir en alguna tienda de artículos de fiesta o jugueterías, así que el abanico se abre enormemente a la hora de empezar una colección personal. Además, también existe una versión del juego diferente llamada ‘Safari‘, en la que los patos cobran el aspecto de animales de la selva. Lo peor de todo es que, como denuncia ‘Lo que no me gusta del…‘, los patos no tienen pito ni en un caso ni en otro. Y un patito de goma sin ruido de patito de goma es inaceptable.

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