Un maratón para Blacky

Blacky
Blacky

Mi perrete se llama Blacky y, aunque su número no me hizo ganar ningún juego en el sorteo final, me queda la satisfacción de haberle podido ayudar, que de eso iba la jornada. Fue el 7º Maratón lúdico-benéfico ‘Jugando por ellos’, que durante estos años ha recaudado fondos para salvar perros que vagaban por las calles heridos, maltratados o simplemente abandonados, y que han conseguido una segunda oportunidad gracias a las protectoras de animales. Pero su cuidado cuesta tiempo y dinero, y eventos como este sirven para echar una mano a que mascotas como Blacky puedan encontrar una familia de acogida. Y para nosotros, qué mejor manera que hacerlo ante un tablero.

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La iniciativa reunió a más de 100 personas entre participantes y organizadores, de todas las edades, que estuvieron desde antes de las once de la mañana hasta más allá de las ocho de la tarde entregándose sin pausa a la placentera actividad de jugar cartas, gestionar recursos o tirar los dados. Fueron horas de diversión que, en el caso de estos patos, sirvieron para ponerse ante…

… el ‘Asteroyds‘, para desayunar. Es un juego que tengo en mi ludoteca y que me encanta. Me he prometido a mí mismo que lo reseñaría algún día pero aún no he tenido tiempo. En el modo en el que lo he jugado siempre, consiste en una carrera en la que gana el primero en atravesar cuatro puntos de control que pululan por el espacio. Hay que programar nuestra nave calculando los movimientos de la misma y teniendo en cuenta que los asteroides que vagan por el tablero también se mueven en una dirección y distancia determinados. Un error puede ser fatal. Que me lo digan a mi que, pese a ser el presunto ‘experto’ de la mesa acabé en un bucle de dimensiones planetarias rebotando entre piedras gigantes y con la nave destrozada.

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Alta Tensión‘ nunca me había llamado demasiado la atención. No sabría decir muy bien el porqué. El tema, las ilustraciones… no sé, he oído maravilllas sobre él pero he mantenido las distancias hasta que hace bastante poco un amigo dijo que se lo quería comprar y hete ahí que voy yo a probarlo para darle el visto bueno a su hipotética adquisición. Y desde aquí, y pese a haber hecho solo una partida, le digo que ni lo dude: ¡a por él! Es un juego muy completo, de esos que mezclan varias mecánicas de tal manera que todo funciona como un reloj perfectamente engrasado.

El objetivo: iluminar Alemania. El norte era mío; tanto, que me quedé sin la posibilidad de expandirme
El objetivo: iluminar Alemania. El norte era mío; tanto, que me quedé sin la posibilidad de expandirme

Para el que no lo conozca, la verdad es que la cosa no puede pintar menos atractiva: gestionar la red eléctrica de una zona o país, en este caso, Alemania, aunque hay infinidad de expansiones que añaden mapas y nuevos matices en las reglas. Pero el básico es el germano. Primero hay que comprar mediante una subasta, una central que nos dé energía; posteriormente se acude a un mercado de materias primas para adquirir los elementos con los que funcionará esa fábrica. Luego se añaden ciudades a nuestra red pagando el posicionamiento de las mismas y el peaje de conexión entre localidades. A continuación se transforman los recursos en casas suministradas y, finalmente, se cobra por ello. Y ya. Fácil, sencillo y elegante. Por supuesto, también me dieron ‘p’al pelo’ aquí pero es verdad que, mientras en la primera partida estás tanteando y aprehendiendo la dinámica, los jugadores más experimentados ya saben cómo orientar su estrategia desde el principio para adquirir ventaja. Aunque otra de las bondades del título es que es complicado descolgarse del todo, parece estar muy bien compensado en ese sentido. La pega que le vi -o que le intuí, más bien- es la de la rejugabilidad. «Hay muchas expansiones para evitarlo», me argumentaron; muy bien, sí, es cierto pero, ¿se puede llegar a quemar el básico pronto? Pregunto. Todo lo que he leído en este sentido me desmiente esto. Sea como sea, parece un juego redondo.

Turno, posteriormente, para ‘Ciudad Machi Koro‘, una de las novedades de la temporada. Se trata de un juego muy simplón, en el que cada jugador-alcalde debe intentar construir cuatro edificios singulares en su localidad y para ello debe comprar nuevos edificios y sacar dinero de los mismos para ir progresando. Es muy bonito gráficamente, muy agradable a la vista, y para un rato está bien pero al final da la sensación de que se hace muy largo y repetitivo porque  estás haciendo lo mismo: tiras dados, das o recibes monedas, compras o no y así todo el rato. Eso sí, al menos la mecánica de los dados es distinta: según el guarismo sacado y el color del edificio que corresponda puedes beneficiarte a ti mismo, a todos los jugadores o incluso verte perjudicado. Pero vamos, lo dicho: para un rato. Ni repetiría ni entiendo el ‘hype’.

jxedeaEn una pausa entre juegos también tuve la oportunidad de probar un prototipo del ‘Death over the Kingdom‘. Se trata de un filler rápido y fácil que admite hasta 20 jugadores y cuyas partidas son extremadamente dinámicas. Se reparte un personaje a cada participante que mantiene en secreto. Durante su turno cada cual puede, o bien plantarse, intercambiar la carta con el jugador de su derecha o bien ejecutar -si puede- un poder determinado. El objetivo al final de la ronda, cuando se descubren todos los roles, es evitar ser el jugador que tenga el número más bajo. El ‘desgraciado’ se lleva unos marcadores de tal modo que, cuando se hayan jugado todas las rondas (dos por jugador), gana el que menos tenga. Puntos a favor: la sencillez de juego y de explicación, rápida y accesible. Y aunque era un prototipo y había cartas aún por ilustrar, las que estaban hechas son realmente bonitas y de un tamaño más que considerable. Igual la rapidez de las partidas impedirá disfrutar mucho de la ambientación pero el arte es maravilloso.

Y para acabar la jornada lúdica, ‘Náufragos‘. Adelanto desde ya que conseguimos salir de la isla pero da rabia que en un juego tan divertido, envolvente y original pases casi más tiempo discutiendo sobre las lagunas que deja el manual y la forma de solventarlas que jugando. Y cuando juegas, está esa desapacible sensación de que estás haciendo cosas mal. De hecho, me apunté para ver si jugando podía aclarar dudas que me quedaron cuando probé mi copia por primera vez. Pero ni por esas: por la noche, ya en casa, pude releer el reglamento con más calma y ¡buff! Hubo algún que otro fallo grave en el desarrollo de nuestra aventura, aunque como al final huimos como ratas del lugar miraremos hacia otro lado…

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Y eso, lo que yo jugué. Pero había tantas mesas y tantos juegos que me hubiera gustado probar -me quedé con ganas de la demostración de go, por ejemplo- y tan buena comida que habría necesitado más horas para disfrutar de todo. Se puede decir que el maratón se me hizo corto. No sé si el favor se lo hacemos nosotros a los perrillos como Blacky o nos lo hacen ellos a nosotros. Sea como sea, gracias.

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